por José Pablo López Rodero
La Última Lección es una conferencia a cargo de un distinguido profesor del ITAM, el cual debe fungir no solo como un simple ponente, sino que debe realizar una simulación de cómo sería la última clase que impartirá en su vida. Dicho académico es seleccionado por los alumnos de la institución a través de una votación, la cual es regulada por el Consejo de Alumnos, quienes son además los organizadores del evento. Este año se eligió al Dr. Alfredo Villafranca, quien ha sido catedrático del ITAM desde hace 18 años.
Como primer tema de su lección final, el profesor Villafranca habló sobre la vocación por el rigor de la ciencia. Resaltó la importancia de formar profesionistas especializados que además sean seres humanos integrales e hizo énfasis en el carácter comunitario de la vocación. Por otra parte, afirmó que la felicidad en la justicia es una manera de vivir y no una meta.
Más adelante, el ponente habló sobre el privilegio de ser universitario en nuestro mundo. Mencionó que para ser un profesionista vocacional es fundamental construir virtud, y afirmó que la juventud es una época de privilegio, pues cuando uno es joven “parece que es capaz de imponer su deseo a la realidad y de transformar el mundo en función de anhelos”. También describió a la profesión como “la mejor herramienta para amar” y destacó el carácter comunitario de los triunfos de cada persona.
En su tercer tema, el Dr. Villafranca habló sobre la responsabilidad de la hipoteca social que tenemos como profesionistas. Manifestó que la sociedad y la historia han permitido a las personas desempeñar una profesión, por lo que debemos contribuir con algo de regreso a ambas para recompensar ese gran privilegio. De igual manera, calificó como vacíos a los actos heroicos relacionados con obras de justicia que deberían ser cotidianas, pues al reconocer un héroe de este tipo admitimos una realidad injusta.
La conferencia culminó con el tema “la esperanza de ser feliz y justo”. El profesor Villafranca afirmó que aspirar a la justicia implica también aspirar a la felicidad, ya que ambas van de la mano, y concluyó diciendo que “ser feliz y justo es el gran reto que estamos viviendo, y llevarlo a cabo permitiría acabar con el egoísmo, la fractura social y la desconfianza”.