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Entrevista al Dr. Raúl Figueroa Esquer, la correspondencia de un ministro
Oficina de Comunicación
January 30, 2014
6:00h

Por Anette Ramírez

En entrevista para Nexus el Dr. Raúl Figueroa Esquer compartió los logros y retos que representó la elaboración de su más reciente publicación Cartas de un diplomático español que representaba a su país en México. Correspondencia diplomática de Salvador Bermúdez de Castro, Ministro de España en México, 1845-1848, material al cual tuvo acceso mientras preparaba su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid.

Esta documentación, recopilada en cinco tomos, presenta al lector otra visión sobre los años 1845-1848, cruciales en el devenir histórico de nuestra nación, pues fueron marcados por la intervención norteamericana. Asimismo, las cartas demuestran la otra ideología, aquella que aún no reconocía la vida independiente de México.

Sin duda, es una obra que merece nuestra atención, ya que plasma la dedicación y entrega de un gran académico e historiador, quien a pesar de reconocer una serie de retos en la investigación, como lo es la tecnología, se coloca optimista frente a ello.

Anette Ramírez: En esta ocasión nos encontramos con el Dr. Raúl Figueroa Esquer miembro del departamento de Estudios Generales quien nos va a platicar de su más reciente publicación Cartas de un diplomático español que representaba a su país en México. Correspondencia diplomática de Salvador Bermúdez de Castro, Ministro de España en México, 1845-1848.

¿Cómo surge el primer acercamiento con la fuente histórica, las cartas del diplomático español que vivía en México?

Raúl Figueroa Esquer: Mi acercamiento con las cartas, conocidos por su nombre técnico como despachos, datan desde que yo estaba preparando mi tesis doctoral (en la Universidad Complutense de Madrid donde además hice mi segunda licenciatura).

Me acerqué a esta documentación que estaba dispersa entre dos archivos históricos españoles, el archivo general del Ministerio de Asuntos Exteriores y el Archivo Histórico Nacional. Con esto yo trabajé porque, además de la importancia del personaje y el contenido de estos documentos, sucedieron en años cruciales para México. Recordemos que 1845 está marcado por la anexión de Texas a Estados Unidos; el año siguiente, en 1846, estalla la Guerra de Conquista e Invasión de EUA a México, y finalmente en 1847 tendrán lugar las grandes batallas y la caída de la Ciudad de México. En estos años  coincidió la estancia de Don Salvador Bermúdez de Castro en México, lo que nos ofrece varios planos: la documentación en sí, la época histórica, el personaje, y su relevante papel político que tuvo no solamente en la política exterior sino también en la política interna de México.

A.R: De la importancia del contexto, surge una pregunta, ¿cuál fue el papel de los diplomáticos españoles durante el intervencionismo norteamericano y francés de la segunda mitad del siglo XIX?

R.F.E: Tendríamos que hacer algo similar a un análisis de diplomático a diplomático, pero en general se puede afirmar que España y los diplomáticos españoles acreditados en México tardaron mucho en reconocer plenamente que esto era un país completamente soberano; y que aún con el legado cultural español plasmado en la lengua, religión, costumbres y demás, ya era un país independiente y que México ya no podía volver a la esfera de influencia española. Lo cual fue evidente en el fracaso de los intentos de reconquista. Aparte, aunque Salvador Bermúdez de Castro intervendrá muy decididamente en los asuntos internos de México, finalmente es también su proyecto de instaurar una monarquía borbónica en México aun respetando su independencia, lo cual hubiera sido una especie de protectorado, fracasó.

Es decir, ¿esto a qué nos lleva?, entramos aquí en un problema de mentalidades. Los hechos políticos consumados, la Independencia y la soberanía de una nación, requirieron de un proceso muy largo para asumir un verdadero cambio de actitudes. Pues hubo que esperar después del triunfo de la República sobre el Imperio y hasta la República para que la posición intervencionista desapareciera. A pesar de los posibles avatares de situación política, así como los problemas sociales, ideológicos y de toda índole que tenía nuestro país, México, ya era un país independiente).

AR: Conociendo la importancia de este periodo que usted abarca en la correspondencia, ¿Qué pasajes del siglo XIX en México se han pasado por alto en la consolidación de la identidad nacional, hay algo que falte por mencionar de este siglo?

R.F.E: Creo que en los últimos años hemos avanzado muchísimo, grandes pasajes que estaban desconocidos los vamos conociendo más. Lo que falta son cuestiones detalle, por ejemplo la organización de la hacienda pública, que a pesar de los avances, todavía encontramos pasajes oscuros. También hemos avanzado mucho en la historia política, la historia política de estos pre partidos o como le llamemos, estas organizaciones  “derrotables” que había en el siglo XIX. Hemos avanzado, en publicar obras como esta que doy a conocer, pues ayuda mucho al acercamiento de los distintos investigadores a fuentes primarias para su análisis.

Actualmente, contamos con la riqueza que ofrecen los historiadores mexicanos y los historiadores mexicanistas, que son distintas latitudes que se acercan al mismo periodo. Por otro lado, lo que se está viendo es la mejora en el acceso a fuentes pues los conocimientos de internet nos están ayudando mucho más. Sin embargo, donde hay discrepancias, que eso es lógico, es en la interpretación.

Si me dices que momento falta por estudiar,  en sí han sido estudiados prácticamente todos, pero sería en sí ya una profundización, producto ya del especialista, y después viene ya la otra labor, la labor de divulgarlo para que llegue también al público culto en general.

AR: Aun conociendo los avances que recién menciona, al día de hoy, ¿Cuáles son los principales retos de la investigación histórica? ¿Cómo innovar en la investigación?

R.F.E: Creo que los historiadores nos enfrentamos a varios problemas. El reto de las tecnologías, el cual hemos enfrentado como gremio o como grupo, hemos tratado de ponernos al día con las dificultades que eso conlleva, también tenemos afortunadamente el empuje de las nuevas generaciones.

En mis labores como profesor e investigador, que no es exactamente lo mismo, el ímpetu viene de las nuevas generaciones, pues los ayudantes de investigación me han puesto al día en muchas técnicas de investigación y demás, que probablemente yo hubiera tratado mucho tiempo en aprenderlas.

Los retos serían, que no nos coma la tecnología, que no olvidemos al hombre. Todos estos avances nos sirven para refinar nuestras fuentes, dijéramos los historiados, todo lo que llamamos heurística, que es la búsqueda de fuentes. Estas fuentes tienen que ser sometidas a análisis y explicitadas a nuestros lectores. Esto sería tal vez un reto, y otro es lo de siempre, necesitamos financiamiento para las investigaciones, nos exigen viajes, nos exigen materiales que muchas veces resultan costosos y  si no contamos con un financiamiento, las investigaciones se ven frustradas. El financiamiento no lo es todo, pero si es parte.

Los historiadores en gran parte lo hemos suplido con una dedicación, entrega y las cosas van saliendo. Son retos, pero no son insuperables, yo sigo siendo optimista al respecto.

AR: Una pregunta como profesor e historiador, ¿Cuál es la aportación de los estudios históricos en la comprensión de los estudios generales?

R.F.E: En Estudios Generales, si bien tenemos una materia específica que se llama Historia Sociopolítica de México, como saben todos los estudiantes del ITAM, en los tres cursos de Ideas hay contextos históricos muy importantes que serían historia del pensamiento occidental específicamente, pero también en los cursos de Problemas de la Civilización, muchas lecturas tienen también trasfondos históricos que sin el concurso de la historia no se pueden entender.

Ahora, también depende de lo que entendemos por historia, yo insisto mucho en decir, yo soy historiador, no soy anticuario. Es decir, soy un hombre del 2014 que desde el 2014 se acerca a acontecimientos del siglo XIX, pero qué duda cabe que lo que estamos viviendo actualmente, como diría Benedetto Croce, toda historia es historia contemporánea. Es decir, no es el afán de estar buscando algo viejo, arcaico con el fin del anticuario o el museógrafo, sino del historiador, quien está interpretando o reinterpretando los hechos del pasado pero desde su presente.

Es decir, qué duda cabe que el presente nos afecta para interpretar el pasado. Ha habido historiadores magníficos de muy distintas épocas pero, por ejemplo, los grandes historiadores que vivieron en la época del porfiriato, aunque estudiasen otras épocas de la historia de México o de la historia universal como le hacía Don Justo Sierra, respondían al paradigma que estaban viviendo.

AR: Y en lo que refiere al contexto, ¿la filosofía determina al contexto histórico o el contexto moldea la filosofía?

R.F.E: Yo creo que hay una interacción mutua entre lo que entendemos por filosofía, es decir, como un pensamiento, ideología y demás. Tiene que haber con nuestro tiempo definitivamente una interacción, pero los estudiosos de la filosofía y de la historia del pensamiento general tenemos que llegar desde los clásicos, que van desde los presocráticos hasta los grandes maestros, Aristóteles, Platón. Para nosotros, los historiadores, tenemos a nuestros clásicos de la historiografía, es decir, tenemos que haber leído y comprendido a Heródoto, a Tucídides, Tito Livio, Julio César , es decir, a quienes han hecho nuestro oficio en otra época. Pensemos en el gran Tucídides, que  al escribir la guerra del Peloponeso lo está haciendo desde su tiempo, pero que hereda las técnicas, los métodos de exposición, el discurso de los militares o los políticos. Esto representa formas clásicas de exponer los hechos históricos y no podemos pasar sin conocer a esos clásicos para que aunque ahora tengamos que adaptarlos al discurso contemporáneo. No podemos olvidarnos de Carlos María de Bustamante, de Alamán, del Dr. Mora, de Don Justo Sierra, de los grandes maestros, de quienes no podemos prescindir, aunque sus interpretaciones probablemente las consideramos obsoletas o superadas.

AR: Le agradezco mucho Dr. por haber concedido esta entrevista y estaremos en espera de la presentación del libro. Gracias.