De 18:00h a 22:00h
Un físico teórico convertido en celebridad, sinfonías de Beethoven en anuncios de autos para TV, una pintora mexicana como accesorio en la muñeca de la primera ministra británica; al igual que su padre, el capitalismo, la cultura pop consume y se traga todo. Ese monstruo amorfo del que todos participamos nunca duerme; es eternamente autorreferencial y lo mismo se consume ella misma que a cosas nuevas. Es el marco de referencias que todos compartimos: aprende de nosotros, y nosotros de ella. Es el espejo que refleja más ampliamente nuestros valores, aspiraciones y fobias —herramienta mágica para diagnosticarnos.
Si el reggaetón puede conquistar el mundo y Balenciaga puede apropiarse de la estética de la campaña de Bernie Sanders, nada nos impide pensar que cualquier movimiento político, juego de video, o género musical puede tener un momento fugaz de fama mainstream independientemente de su valor “”“objetivo”””. La cultura pop: nada ni nadie (a pesar del elitismo, la pureza ideológica, o el choque con los valores dominantes) está por encima de ella, y todos tenemos alguna singularidad o símbolo (de clase, cultura, raza, ideología, religión y/o un larguísimo etcétera) que tarde o temprano cooptará y absorberá.
Para cerrar el año, El Obelisco los invita a compartir sus reflexiones, críticas, apologías, retratos, alegorías y diagnósticos de y sobre nuestra [metafórica] esponja favorita.