Opción invita a participar en su Número 197.

Recibimos ensayos, cuentos, poemas, narrativas, material gráfico, fotografías, reseñas y varia invención. La temática particular de cada número es exclusiva de la sección de exégesis, por lo tanto, no excluye la recepción de material con temática libre.

Tema de la sección de exégesis: Labor | Trabajo

Hesíodo diferencia entre labor y trabajo (ponos y ergon): el trabajo se debe a Eris, diosa de la buena lucha. La labor, como todos los males, salió de la caja de Pandora. Pareciese que la humanidad carga consigo el castigo de Zeus a Prometeo: sujeto a la necesidad de su propia vida, atrapado en el movimiento cíclico del proceso vital, es el hombre, desde Hume, un animal que labora: animal laborans antes que animal rationale. Para Marx el trabajo crea al hombre: la producción es autoproducción del hombre.

La condición humana de la labor es la misma vida: corresponde al proceso biológico del ser humano. La condición humana del trabajo es la mundanidad: nos proporciona un artificial mundo de las cosas. El trabajo de nuestras manos, a diferencia del trabajo de nuestros cuerpos –homo faber diferenciado de animal laborans– fabrica el mundo que constituye el artificio humano: el hombre por el trabajo humaniza la naturaleza y se humaniza a sí mismo, en cuanto se eleva como ser consciente sobre su propia naturaleza.

La división entre res cogintas y res extensa –entre el hombre y su mundo objetivo–, inherente a la conciencia moderna, parece olvidar el proceso metabólico entre el hombre y la naturaleza. Para Arendt esta tensión supuso una inversión de la vita activa hacia la victoria del animal laborans en la sociedad contemporánea: a la secularización y decadencia de la fe cristiana sobrevivió la creencia principal en la sacralidad de la vida –el eterno proceso vial de la especie humana. El hombre que labora deviene en apéndice del proceso (re)productivo cíclico del capitalismo; para Marx, la esencia humana del obrero es negada o mutilada en la producción.

La praxis productiva parece confinada a una contradicción: la objetivación material del mundo y del propio hombre, que le confiere su estatuto humano a través de la producción, se vuelca contra él como trabajo enajenado: el objeto y acto de producción se levantan como potencias ajenas y hostiles, e inaugura un tipo peculiar de relaciones entre los hombres, en el que éstos se sitúan hostilmente en virtud de su oposición en el proceso de producción. Hemos construido un mundo humano al precio de la explotación del hombre por el hombre.

Opción convoca a emancipar al trabajo del signo del dominio: recuperarlo como devenir creador, potencia humana: praxis revelada. Convoca a develar la desnudez del capitalismo contemporáneo a través de las condiciones permanentes de explotación; a desarticular la narrativa cíclica de producción enajenada. Opción convoca a trabajar, a esculpir mundos con nuestras manos, a trazar una conciencia renovada en un mundo mutilado.

Fecha de cierre de edición: 1 de marzo de 2017

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